Manifiesto
La tecnología es política y por ello, no se puede separar la tecnología actual, marcada por la “era digital”, de la ideología capitalista. Pensamos que deconstruir nuestro concepto de tecnología y cómo nos relacionamos con esta es necesario para luchar contra el capitalismo.
Rechazamos el tecnosolucionismo, que es pensar que los problemas se solucionan con más tecnología en lugar de solucionar el problema en sí mismo, mientras se omite el impacto negativo del uso o creación de dicha tecnología. Un ejemplo de ello es intentar solucionar el cambio climático construyendo grandes parques eólicos o pensar que la automatización del trabajo nos liberará de él, cuando justo la existencia de esas mismas tecnologías que aportan la falsa “solución” generan una dependencia extrema al sistema actual.
Nos oponemos al dogma de la automatización, una aspiración poco cuestionada que nace con la industrialización, pero que realmente es una forma de expropiación de conocimiento colectivo, facilitando la acumulación de poder y la pérdida de autonomía.
En el ámbito digital, nos oponemos especialmente a todos aquellos sistemas que permitan la automatización de la discriminación, centralización y la injusticia estructural a través de algoritmos 1 y a la automatización de las interacciones sociales, sustituyendo esta por máquinas (ej. el programa de Cruz Roja de “combatir la soledad de personas mayores con el asistente de voz Alexa de Amazon”), y otras múltiples formas de automatización facilitadas por la digitalización.
Nos negamos a incorporar eufemismos capitalistas como la “Inteligencia Artificial”, que no es más que un modelo de estadística que utiliza una gran cantidad de datos, en su mayoría extraídos sin consentimiento. la “IA” no es una tecnología en sí misma sino que por un lado, es un término de marketing desgastado hasta perder su significado y por otro lado, responde a una ideología racionalista occidental que piensa que el cuerpo humano es una máquina y, por ello, concluye que la inteligencia humana se puede simular. Esta idea se materializa también en muchas otras tecnologías modernas. Ante este panorama, nosotres seguimos proclamando:
- No somos máquinas. Nuestros procesos como seres vivos son complejos y, simplificarlos en modelos estadísticos invisibiliza la diversidad y dificulta profundizar con el ciudado necesario, por lo que implica inevitablemente diversas violencias.
- La estadística aplicada a la vida sigue siendo problemática aunque se enmascare bajo el término de “IA”.
- La incorporación de este producto en nuestras vidas no responde a nuestras necesidades colectivas sino que solo responde a las necesidades de control, poder y reproducir lógicas extractivistas de este sistema capitalista.
Creemos que una respuesta radical a esta “tecnología” capitalista, tanto por las razones mencionadas como por muchas más razones que no caben aquí, es no utilizarla, sabotearla y desarticularla, mientras atacacamos las estructuras de opresión que facilitan la introducción de estos productos. Por ejemplo, son los ritmos acelerados y la exigencia de productividad algunos de los componentes que crean el terreno de cultivo perfecto para luego intentar vendernos productos mágicos que nos permiten cumplir con las expectativas capitalistas y así, seguir reproduciendo el problema. Necesitamos tener ritmos más lentos, abandonar el dogma de la productividad y un lugar amable donde vivir.
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No hablamos del concepto de algoritmo en general, sino de aquellos algoritmos creados por empresas tecnológicas para automatizar sus propios intereses capitalistas: eligiendo el contenido que ves, si puedes recibir una ayuda económica, cuánta visibilidad tendrá tu perfil en una red social o cuánto salario recibirás. ↩︎
El decrecimiento también implica un decrecimiento tecnológico y para llegar a ello necesitamos cuestionar el concepto único de tecnología o la monotécnica universalizada impuesta por el capitalismo. Creemos en la tecnodiversidad para fragmentar el futuro haciéndolo diverso, con tecnologías vinculadas al contexto social y cultural de los distintos pueblos. Esto requiere deshacernos de la visión de la tecnología moderna que ve la naturaleza como recursos para explotar o algo que controlar, sin entender que somos parte de la naturaleza misma.
Rechazamos la idea de que la tecnología es neutra o que es una simple herramienta. La mera existencia y las decisiones de diseño de una tecnología siempre responden a un contexto político e ideológico, y por ello, cuestionamos desde la raíz. Estas son algunas de las preguntas que planteamos para hacer un análisis crítico de una tecnología:
- ¿Por qué existe esta tecnología?
- ¿Qué problema está intentando solucionar? ¿Es este “problema” realmente un problema?
- ¿De quién es el problema?
- ¿Qué nuevos problemas creará esta tecnología?
- ¿A quién beneficia y a quién perjudica su existencia?
- ¿Su fabricación depende de un sistema de producción capitalista?
- ¿Qué cambios sociales desencadenará esta tecnología?
- ¿Cómo reestructurará la distribución del poder? ¿Facilitará la concentración de poder?
La infraestructura digital es inherentemente extractivista, por ello, queremos ampliar el concepto de tecnología más allá de lo digital y confrontar la ideología que le acompaña, que muestra la era digital como la cúspide de la innovación tecnológica y el progreso. Cuestionamos estos mismos conceptos que nos inculcan como deseables: progreso, desarrollo, innovación, eficiencia, globalización…
La alta tecnología es una doctrina obsesionada con la eficiencia, la innovación y la complejidad, que se construye sobre el extractivismo colonial y la explotación de les humanes, los animales no-humanos y la Tierra. Cuestionamos que se nos intente vender que simplemente tenemos que ser más eficientes para superar los problemas climáticos y sistémicos a los que nos enfrentamos, cuando es esta misma ideología una de las muchas razones por la que nos encontramos en esta situación y como advierte la paradoja de Jevons, la mejora de la eficiencia en el uso de un recurso conduce a un aumento en el uso de dicho recurso, por lo que es fundamental abandonar estas lógicas aprendidas para encontrar estrategias realmente radicales.
En contraposición, creemos en un mundo donde no es aceptable el extractivismo y la explotación, por lo que somos afines a los siguientes movimientos:
- El movimiento low tech (baja tecnología): explora tecnologías que sean fácilmente reproducibles y reparables, que su fabricación requiera procesos más simples y disminuir su dependencia de un modelo extractivista.
- La permacomputación: aplica los conceptos de permacultura a la computación, por lo que tiene como premisa una computación con límites, considera los recursos de computación como un bien común preciado y un posible colapso en el futuro donde no se producen más dispositivos digitales. Propone pautas de diseño para la resiliencia, qué hacer con los dispositivos digitales ya existentes y desarrolla el concepto de computación auto-dispensable. La computación auto-dispensable significa que, por diseño, el sistema computacional debe intentar hacerse a sí mismo cada vez menos necesario para la realización de su propósito, y permitir, gradualmente, la autonomía e independencia de las personas a dichos sistemas. Es decir, podríamos afirmar que actualmente tenemos justo lo contrario, una tecnología digital que se hace así misma indispensable, ya que se diseña para generar más dependencia en el uso de dicha tecnología, reduciendo así la autonomía de las personas.
Una de las muchas preguntas que podríamos hacernos, siguiendo la línea del decrecimiento tecnológico, podría ser cuestionar la necesidad de los dispositivos digitales personales, como por ejemplo un móvil o un ordenador. Pensémoslo detenidamente, ¿es realmente necesario que cada persona del mundo disponga de uno o más dispositivos de uso individual?
El capitalismo ha organizado y estructurado la sociedad para que sea casi obligatorio tenerlos en nuestra rutina, pero desde un punto de vista ecológico y de justicia social no tiene ningún sentido, por lo que nos insta a pensar en cómo debe cambiar la estructura para eliminar esta necesidad artificial.
Además, podríamos considerar los recursos de computación extremadamente valiosos porque son utilizados en la salud o en la investigación pero tambień porque producirlos conlleva violencia y explotación, por lo que aquellos que ya han sido producidos deben ser tratados como bienes preciados y gestionados de forma comunitaria, mientras cuestionamos si vale la pena pagar el alto coste de violencia para seguir produciéndolos, incluyendo en dicha conversación a aquellas personas que más sufren sus consecuencias. De la misma forma que entendemos desde el ecologismo que la transición del transporte debe ser pasar de los coches personales a una buena red de transporte comunitario (o bicicleta), o la importancia de las bibliotecas como espacios colectivos donde acceder al conocimiento sin la necesidad de producir millones de copias de un único libro.
Esta es solo una de las miles de preguntas que necesitamos hacernos para sembrar las respuestas necesarias que harán crecer imaginarios post-capitalistas plausibles, con límites y sobre la premisa radical de la no-explotación, para así generar estrategias colectivas para alcanzarlos.
Más información sobre estos temas en la sección de lecturas.
DIY (Do It Yourself o Hazlo tú misme) es un movimiento cultural anticapitalista y anticonsumista que se consolidó con el movimiento punk de los años 70. La filosofía DIY puede considerarse una forma de vida que rechaza participar en el sistema capitalista donde el mercado y la competitividad son los engranajes de la sociedad.
DIY se aplica en nuestras vidas cuando cocinamos, confeccionamos nuestra ropa, reparamos el sistema eléctrico o resolvemos problemas sin necesitar un doctorado. En el corazón del movimiento se encuentran los fanzines: pequeñas publicaciones caseras y distribuidas, usualmente de mano en mano, para expresarse y compartir lejos de las imposiciones académicas y discursos hegemónicos.
DIWO (Do It With Others o Hazlo con otres) es una extensión del movimiento DIY que pretende incidir en la cooperación para generar conocimiento, potenciar las creaciones colectivas y experiencias que dan autonomía.
La autogestión, horizontalidad, conocimiento libre y consciente son formas de resistencia que surjen de estos movimientos y que nosotres los tomamos.
Nos une la motivación de aprender, experimentar y compartir conocimiento por un bien colectivo. La cultura hacker nos inspira, nos mueve y, por eso mismo, la hacemos nuestra también:
- Queremos aprender por el arte de aprender.
- Toda información debe ser libre. Creemos que el conocimiento es por naturaleza una creación colectiva por lo que debemos poder compartirlo, multiplicarlo, transformarlo y distribuirlo libremente, por lo que cualquier intento de restringir la transmisión de conocimiento (copyright, patentes, DRM, etc.) es un ataque a todes nosotres.
- El acceso al código de las computadoras debería ser ilimitado. Nos venden la ilusión de que los dispositivos que tenemos son nuestros y, sin embargo, se nos niega el control total de éstos. En realidad, es el dispositivo quien nos controla y nos vigila. Están a las órdenes de las empresas tecnológicas (Apple, Google, Meta, Microsoft, etc), y su software y hardware privativo las convierte en cajas negras que no se nos permite abrir ni alterar.
- ¡Compartir es vivir! El conocimiento tiene la propiedad de multiplicarse y compartirlo solo lo hace más valioso y diverso. No todes tenemos acceso a la misma información y su distribución beneficia a la comunidad. Como dijo Aaron Swartz en su Manifiesto por la Guerrilla del Acceso Abierto, la información es poder y tenemos un deber de compartirlo con el mundo.
- Desconfía de la autoridad, promueve la descentralización. Desconfiamos de toda autoridad puesto que esta ejerce poder sobre nosotres y se mueve por intereses tiranos. En el ciberespacio esto se traduce al control que poseen las grandes empresas (Facebook, Google, Amazon, etc) sobre nuestros datos. Hemos integrado progresivamente sus productos en nuestra vida diaria casi sin darnos cuenta permitiendo que nos espíen a su antojo. Nos manipulan, nos mantienen en su burbuja consumista y tecno-fascista, y en nuestras manos está crear resistencia ante estos gigantes. Es urgente huir de la centralización de las redes sociales comerciales y buscar formas más descentralizadas de habitar Internet, como el fediverso, los protocolos peer-to-peer (ej. torrents) o simplemente descargar lo que puedas en local y compartirlo con tus amigues. Recordamos que la “nube” es solo el ordenador de otra persona, o en la mayoría de casos, un centro de datos masivo de una gran empresa tecnológica.
- Derecho a la privacidad. Aunque tenemos claro que no nos gustaría que nos espiasen en el mundo “físico”, cuando se habla del ciberespacio no lo vemos con la misma claridad. Sin privacidad, Internet es una herramienta de control para empresas y gobiernos. Nuestros datos dejan de ser nuestros cuando los subimos a plataformas que se lucran de ellos (Instagram, Facebook, Google, etc). Luchames por proteger nuestra privacidad porque nuestra información nos pertenece.
- Combate la cibertiranía. Hace ya tiempo que vivimos en un Gran Hermano al estilo 1984, solo que se ha rebautizado como Big Data. El conjunto de la humanidad conectada a Internet genera datos constantemente a una velocidad inimaginable que son recopilados por gobiernos, empresas y ahora, por compañía de “IA”. Podemos afirmar con certeza (véase el caso Cambridge Analytica) que esta información se usa para manipularnos, diseñar marketing personalizado o para criminalizarnos. La centralización de Internet y sus datos facilita esta tarea, por lo que abogamos por su descentralización.
Queremos aportar a la destrucción del sistema cis-hetero-patriarcal blanco capacitista a través de discursos transfeministas diversos, en contraposición al feminismo liberal que acecha desde las instituciones.
Hablamos en plural de transfeminismos porque nuestras vidas están marcadas por la intersección de diversas opresiones y el sujeto político del “feminismo” no es único.
Estamos en contra de todo trabajo asalariado y pensamos que ningún trabajo dignifica, pero eso no nos impide defender a les trabajadores que luchan por sus derechos, por lo que también apoyamos a les trabajadores sexuales y la lucha autogestionada por sus derechos laborales.